UNA CATEDRAL DE CINE BELLA Y UN TANTO VACÍA

Al igual que la parte 1, esta película hace un buen trabajo general al transmitir el núcleo de la compleja trama de la novela de Frank Herbert de 1965 en la que se basa, lo cual en sí mismo puede considerarse una hazaña, puesto que en el intento ya habían fracasado artistas de la categoría de David Lynch y Alejandro Jodorowsky, este último porque su proyecto quedó nonato.

Sin embargo, tengo reservas con respecto al tratamiento que Denis Villeneuve hizo de los temas elaborados en el libro.

Una advertencia de entrada: se supone que este análisis iba ser sólo de la película en sí, dejando de lado mi fanatismo por la obra literaria que la precede, pero me fue imposible analizar una sin la otra. Para detalles sobre la factura cinematográfica, quien se interese puede recurrir a mi crítica de la parte 1.

La trama gira en torno a una lucha por el poder entre dos casas nobles del futuro lejano, los Atreides y los Harkonnen, centrada en el planeta desértico de Arrakis, que es la única fuente conocida de algo llamado Especia, considerada por todos como la sustancia más valiosa del universo por varias razones: alarga la vida y, más importante aún, expande la consciencia.

Esto último en el universo de Dune es fundamental, porque posibilita a los pilotos de las naves espaciales saber de antemano dónde estarán las estrellas y así evitar chocar con ellas durante sus viajes interplanetarios, lo que permite la existencia del Imperio galáctico.

Los Harkonnen han gobernado Arrakis durante décadas hasta que el emperador Shaddam IV, gobernante del Universo conocido, les ordena transferirlo a los Atreides. Hasta ese momento, esta casa noble había oprimido brutalmente a los nativos de Arrakis, llamados Fremen.

En este escenario conocemos al protagonista de la historia, Paul Atreides, interpretado a la perfección por el talentoso Timothée Chalamet. Paul es hijo de Leto, heredero de la casa Atreides y a lo largo de la historia se revela que tiene vastos poderes psíquicos.

Éstos, a su vez, son el resultado final de un extenso plan de varias generaciones a manos de una oscura sociedad matriarcal conocida como Bene Gesserit, quienes están en la búsqueda de crear un ser superior, el Kwizatz Haderach, quien podrá ver tanto el pasado como el futuro de la humanidad y guiar a nuestra especie a un destino completamente moldeado por ellas.

Cerca del final de la parte 1, un ataque sorpresa de los Harkonnen y el Emperador mata al Duque Leto y aniquila a casi todas las fuerzas de los Atreides. Paul y su madre huyen al desierto, hacia los Fremen. Con la ayuda de leyendas implantadas generaciones antes por las Bene Gesserit, los lugareños creen que Paul puede ser el tan esperado mesías religioso Fremen, el Lisan-al-Gaib.

En esta segunda entrega de la saga, Paul se convierte gradualmente en el líder de los Fremen en su lucha por derrocar a los Harkonnen y al Emperador.

Frank Herbert dijo que escribió Dune porque tuvo la idea de que los líderes carismáticos deberían venir con una etiqueta de advertencia en la frente: “Puede ser peligroso para tu salud”. Esta película transmite ese mensaje de manera brillante, aunque mucho menos sutil que el libro.

Siendo así, estoy al tanto de que algunos lectores menos cuidadosos se llevan la impresión de que Paul es el héroe y que debemos apoyar su triunfo. El mensaje de la película es mucho más equívoco. Lo que inicialmente parece una guerra de liberación contra ocupantes opresivos, se convierte gradualmente en una guerra para reemplazar un régimen autoritario por otro que probablemente será igual de malo, o peor.

La parte 2 nos da una ventana a la maldad de los Harkonnen y el Emperador, con los primeros mostrándose crueles y vagamente fascistas, y el segundo como un manipulador político amoral, interesado principalmente en preservar su propio poder. Paul tiene razón al oponerse a ellos, pero la alternativa que él representa no parece mucho mejor.

En la mayoría de los aspectos, la parte 2 presenta vívidamente los temas clave del libro, especialmente sus advertencias sobre los peligros del poder concentrado y el liderazgo carismático (mensaje más importante hoy ante los surgimientos como mohos de líderes populistas en el mundo), pero hay desviaciones importantes.

Primero, al igual que la parte 1, esta película tiende a disimular los aspectos negativos de la cultura Fremen que, descrita por Herbert, es rígidamente jerárquica y profundamente sexista. Por ejemplo, en la novela, cuando Paul mata al guerrero Fremen, Jamis, en combate singular, hereda también las “propiedades” de Jamis: su esposa y sus hijos.

Este incidente y otros similares se omiten por completo en la película, en la que los Fremen son retratados como mucho más igualitarios, otorgando a las mujeres los mismos derechos que a los hombres. Incluso Chani, la amante Fremen de Paul, habla de que todos ellos son “iguales”.

Denis Villeneuve pareciera querer enterrar los aspectos negativos de la sociedad Fremen y, por lo tanto, a veces parece abrazar la narrativa de “pueblos originarios nativos buenos, colonialistas blancos malos”. La cultura Fremen se describe como “buena”, cuyos problemas son causados casi en su totalidad por malvados forasteros. Este tipo de simplificaciones se repiten a lo largo y ancho de toda la entrega.

Siendo así, puedo decir con certeza que Duna, parte 2 no logra la complejidad y ambigüedad moral de la historia original. Me dejó un gusto algo inocuo, como una blanca catedral gigantesca, hermosa, simétrica, brutalista y vacía.

En esta adaptación al cine no aparece la sincronía entre distintas capas de la realidad (religión, economía, ecología, etc.) y ese “fluir” de intereses (“planes dentro de los planes”) que hacen de la obra de Herbert un verdadero voladero de cabeza, pero sí se logra contar el núcleo de la historia de forma eficiente y elegante.

De hecho, si bien no es perfecta, creo que esta es la mejor adaptación que se podría tener de Duna a cine.

Creo que la Duna de Lynch es infinitamente más arrojada, audaz y propositiva (y fallida) que la versión de Villeneuve, quien se mantuvo en la seguridad de la elegancia estética, el minimalismo arquitectónico y la perfección visual.

Es un espectáculo realmente digno de contemplar, aunque no puedo deshacerme de los sentimientos encontrados… Comparado con el libro, la historia de Dune parece conservar su eficacia narrativa pero perdiendo sus aspectos más enmarañados, oscuros e interesantes. Considerado solo el film, en cambio, tendremos un muestra insigne del estilo épico, visual y monumental de Villeneuve. PP

Duna, Parte 2. 2024. Director: Denis Villeneuve. Ciencia Ficción, Épico. Reparto: Timothée Chalamet, Zendaya, Rebecca Ferguson, Josh Brolin, Austin Butler, Florence Pugh, Dave Bautista, Christopher Walken, Léa Seydoux, Stellan Skarsgård, Charlotte Rampling, Javier Bardem.Productora: Legendary Pictures, Warner Brothers, Alcon Entertainment. 165 min. Estados Unidos.

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