CAMINEMOS VALENTINA

La vida conventual ha despertado desde siempre el interés del cine, por ser un mundo cerrado a las coordenadas habituales del común de la gente y por las reacciones opuestas que esto puede producir. Curiosidad, sospecha, muchas sospechas, tal vez alguna admiración, pero muy poca envidia. De todos modos las cámaras han traspasado con cierta frecuencia los muros conventuales para descubrir lo que se intenta esconder en tales recintos. Si eso influye más o menos a los que viven en el mundo exterior se podrá discutir, pero que la intrusión en mundos clausurados da buen material narrativo está fuera de toda duda. Tres títulos clásicos para refrescar la memoria: Narciso negro de Michael Powell (1947), Madre Juana de los Ángeles de Jerzy Kawalerowicz (1961), Thérese de Alain Cavalier (1986).

Pero también está el sensacionalismo asociado. El de las monjas perversas es casi un subgénero, asociado al terror principalmente, pero también al porno soft (La monja de Monza), por lo que enfrentar el tema de una orden de religiosas decidida a cubrir las acciones sexuales de una de las suyas es peligrosamente cercano a la etiqueta de más de lo mismo. Aquí hay más, pero de otra cosa.

Foto fija, gentileza de Plaza Espectáculos.

Caminemos Valentina sabe ser antes que nada una historia de amor y desafección, de traición y desencanto. Ya con eso podemos dar por alejado el peligro del lugar común y del género morboso. El realizador argentino Alberto Lecchi tuvo en Chile al menos un gran éxito con Nueces para el amor (2000), encantadora historia romántica a través de las vicisitudes de la dictadura, con la que Gastón Pauls y, especialmente, la española Ariadna Gil obtuvieron fama, aplausos y premios, también en el Festival de Cine de Viña del Mar. Más alegórico que emocionante, El juego de Arcibel (2003) también tuvo su oportunidad en pantallas chilenas. Buen guionista y eficaz en el manejo de los actores, Lecchi tiene a sus espaldas igualmente una respetable obra televisiva.

Todas esas experiencias y virtudes, decantadas en una madurez serena, hacen de esta película un casi permanente descubrimiento, lo que permite olvidar las didácticas intenciones manifiestas al comienzo y una escena hospitalaria que no se conecta bien con el desarrollo posterior.

Valentina, una novicia, recuerda su adolescencia torturada por el recuerdo de los abusos sufridos a manos de una de las monjas, justamente aquella encargada de guiarla hacia la profesión de sus votos definitivos. Pero su vocación la hace insistir en mantenerse dentro de la institución. Otra de las víctimas ha sido Sandra, que ya adulta trabaja en una dependencia administrativa de la orden después de haberse retirado del noviciado. Esto causa alguna suspicacia en la monja encargada. Para observarla más de cerca se le coloca a la bien preparada Valentina, quien debe informar a su superiora de las posibles irregularidades de Sandra en los años que ha estado trabajando ahí. Pero no hay nada que reprochar en los registros y Valentina, no muy diestra en labores de espionaje, no logra encontrar ninguna irregularidad. Finalmente opta por explicar a Sandra la verdadera razón de su presencia en esa oficina. Ahí es cuando Sandra y Valentina descubren que han sido víctimas de los mismos abusos y a manos de la misma monja, entonces todo comenzará a cambiar para ellas y para la institución que intenta cobijarlas y también dominarlas y acallarlas. A las superioras, el tiro les saldrá por la culata. Y en forma clamorosa, siendo la propia película parte de ello.

El relato intenta romper la linealidad temporal con el uso de raccontos y de tiempos paralelos, con el consiguiente esfuerzo para el espectador de ir rellenando la información. Cuando todo parece estar suficientemente claro un nuevo elemento complejizará el desarrollo. Y de nuevo asoma la amenaza del tópico sobre un relato ya en peligro.

Foto fija, gentileza de Plaza Espectáculos.

A pesar de más de alguna escena sobrante y alguna reiteración, existe tal sinceridad en el combate desesperado de las dos mujeres por ser reconocidas en su condición de víctimas, que finalmente se impone en el espectador el viejo y simple deseo de que las malas sean derrotadas y las heroínas triunfen en su empeño. Junto con eso, la indignación crece contra la orden religiosa que, como todas las demás, intenta por todos los medios cubrir los delitos de una de sus integrantes. A este punto, la voluntad de Dios se transforma en chiste en boca de una de las monjas. Pero también en un elemento que la película no soluciona: el de la fe religiosa auténtica. Esas mujeres han creído durante buena parte de sus vidas y ahora han perdido la fe. Tal desgarro casi no es material del relato, todo se reduce a un problema de abusos, terribles sin duda, pero el enorme tema de la burla de la fe no se profundiza.

Foto fija, gentileza Plaza Espectáculos

Quizás una sobre explicación pese hacia el final y nos deje a las protagonistas enfrentadas cara a cara con los sobornos del poder, sin que eso signifique una devastación en su sistema de creencias, del que poco o nada sabemos. El epílogo con las verdaderas protagonistas de la historia resulta casi un pleonasmo innecesario.

Pero tales defectos no disminuyen las contundentes emociones que Caminemos Valentina propina a lo largo de su desarrollo. No será el relato definitivo sobre el tema, pero la sinceridad de las actuaciones y de una realización acotada en sus ambiciones, que no teme ser más que una denuncia, logran hacer emprender un vuelo de apreciable y amena altura narrativa. A ello contribuye también la música incidental para cuerdas y piano, que enlaza adecuadamente las emociones puestas en juego. PP.

Caminemos Valentina;  Guión y Dirección: Alberto Lecchi; Intérpretes: Paula Sartor, Roxana Naranjo, Gabriela Robledo, Jacinta Torres  ; basada en “Raza de víboras, memorias de una novicia” de Sandra Migliore; Fotografía: Sebastián Gallo; Montaje Silvio Caiozzi; Música: Valentina Caiozzi; Producción: Luis Sartor, Silvio Caiozzi, Guadalupe Bornand; Producción ejecutiva: Edgardo Viereck; Duración: 104 minutos; Chile – Argentina, 2023

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