LOS PROLETARIOS DE AKI KAURISMÄKI

Dejemos que sociólogos, politólogos y economistas debatan si sigue existiendo el proletariado, pero se puede asegurar que está vigente porfiadamente en el arte y sobre todo en el cine. Dentro de la historia del cine sobre los obreros, la filmografía de Aki Kaurismäki es la mayor demostración de ello, ratificada con su última película Hojas de otoño (Fallen leaves), Premio del Jurado de Cannes 2023.

Cuando, en 1895, los hermanos Lumière filmaron los 45 segundos de los obreros saliendo de su fábrica dieron una partida de nacimiento al cine ligada al proletariado. Y así el celuloide creció con la presencia de las masas trabajadoras en testimonios de las luchas políticas y sociales.

Serguei Eisenstein en 1925 filmó El acorazado Potemkin, con la población de mujeres y hombres pobres de Odessa acompañando a la insurrecta marinería en la frustrada revolución de 1905.

Y fue en ese mismo 1925 que en el norte de Chile tuvo lugar una de las tantas masacres obreras en las minas del salitre, reconstruida en 1975 por Miguel Littin en Las actas de Marusia, homónima y sobre la base de la novela de Patricio Manns. Un filme rodado en México, que tuvo como actor principal al italiano Gian Maria Volonte, protagonista de otras películas emblemáticas del mundo de los trabajadores, como Sacco y Vanzetti (Giuliano Montaldo, 1971) y La clase obrera va al Paraíso (Elio Petri, del mismo año).

Antes, en 1948, Vittorio de Sica rodó en clave de neorrealismo el drama del obrero acosado por la crisis en busca de empleo en Ladrón de bicicletas. Película emblemática en la historia del cine italiano y también universal.

La filmografía italiana es quizás la que más atención ha dado a la clase obrera, marcando diversas fases de las luchas sociales y sus protagonistas. Un joven Michelangelo Antonioni tuvo entre sus primeras películas a El grito (1957), donde confronta al mundo obrero con la burguesía.

Arriba, Ladrón de bicicletas; abajo, Dramma della gellosia

Sin ánimo de un inventario exhaustivo del cine sobre proletarios de raíz italiana, e inducido por gustos personales, me atrevo a incluir en esta enumeración a Mimimetalúrgico herido en su honor (1972), notable muestra del barroquismo realista de Lina Wertmüller. ¿Y por qué no rematar esta revisión itálica con Ettore Scola y su Dramma della gellosia de 1970 con el notable triángulo de la florista interpretada por Monica Vitti, el albañil (Marcello Mastroianni) y el pizzero (Giancarlo Giannini)?

El cine sobre el proletariado da cuenta generalmente de la explotación, las crisis, el sindicalismo, las huelgas, las migraciones, acompañando procesos dolorosos en la historia social, como Las uvas de la ira (John Ford, 1940). Es casi siempre un cine de combate, como lo es a su manera El realismo socialista, filmada por Raúl Ruiz entre 1972 y 1973 y rescatada en coautoría póstuma con Valeria Sarmiento para su estreno el año 2023.

Desde Finlandia

Después de este “paseo” fílmico, regresemos a Aki Kaurismäki,

Este cineasta finlandés de 67 años (nacido en Orimattila el 4 de abril de 1957) es tal vez quien mejor representa a los proletarios bajo el neoliberalismo. Sus personajes son profundamente humanos,seres que sufren la explotación y la violencia institucionalizada del sistema. Generalmente no son héroes luchadores aunque a veces, resignados, llevan consigo la solidaridad y alguna cuota profunda de amor.

Son reflexiones que se desprenden de manera natural a partir de la relación entre Ansa (Alma Pöysti) y Holappa (Jussi Vatanen) en Hojas de otoño, la última película de Kaurismäki. Ella, una solitaria trabajadora que una vez es reponedora en un supermercado; otra, lavadora de vasos en un bar y, finalmente, auxiliar en una construcción. Él, un obrero metalúrgico y luego albañil, despedido de ambos empleos por su alcoholismo.

La historia transcurre en ambientes populares de Helsinki, la capital de Finlandia, el país de menos densidad poblacional en la Unión Europea, con alrededor de seis millones de habitantes en 338.145 kilómetros cuadrados. Como gran punto a favor, fue uno de los tres estados donde la extrema derecha no triunfó en las últimas elecciones del Parlamento Europeo (los otros fueron Suecia y Portugal). El partido más votado fue el de una moderada centroderecha, que hace dos años desplazó a los socialdemócratas del gobierno.

Según el índice de desarrollo humano de Naciones Unidas, Finlandia ocupa el lugar número 12 entre 192 países (para los inquietos: Chile está en el puesto 44). Un alto estándar de vida que no despoja a los finlandeses de un perfil un tanto excepcional. Desde este rincón de Sudamérica podemos imaginarlos étnicamente, con sus intrincados nombres, a medio camino entre los vikingos y los esquimales.

En una escena de Hojas de otoño, Holappa se declara como un tipo rudo ante su amigo Houtari (Janne Hyytiäinen), y este le responde: “No es cierto. En Dinamarca serías un tipo rudo”.

Vidas sencillas y neoliberalismo

El neoliberalismo se ha encargado de aventar la gran dosis de épica que existía en el cine social. Ya no hay una lucha de clases manifiesta en los conflictos de masas obreras o campesinas contra patrones y gobernantes. Las claves para representar al proletariado cambiaron.

Y es aquí donde se rescata la filmografía de Kaurismäki como uno de los mejores cronistas fílmicos de los tiempos que corren, junto tal vez al británico Ken Loach. Sombras en el Paraíso (1986), Ariel (1988),La chica de la fábrica de cerillas (1990), Nubes pasajeras (1996),Un hombre sin pasado (2002) y El otro lado de la esperanza (2017), son películas que, cada una a su manera, configuran un buen preámbulo de Hojas de otoño.

No es necesario movilizar multitudes ni mostrar un héroe de la clase obrera (John Lennon, dixit) con el puño en alto para filmar a los proletarios de hoy. Basta mostrarlos en su medio para ejercer la denuncia. Ariel arranca con el cierre de una mina de carbón; la frustración de La chica de la fábrica de cerillas va de la mano con la rutina de su trabajo; el drama de la migración está en El otro lado de la esperanza. En todas partes están el poder solapado y los trabajadores que lo confrontan generalmente en silencio, pero siempre con un atisbo de solidaridad de clase, como otra constante en las películas de Kaurismäki.

Son seres sencillos, austeros en esta sociedad finlandesa de alto estándar de vida. Como esta Ansa, de Hojas de otoño, que no tiene un plasma de 23 pulgadas en su cuarto y sigue las noticias de la guerra en Ucrania en un pequeño receptor de radio. Son trabajadoras y trabajadores que se juntan en un bar para cantar con karaoke o van al cine a ver películas de zombis.

Todo es sugerente y a la vez profundo en Hojas de otoño: los diálogos escuetos, los afiches de viejas películas que decoran las paredes, las callejuelas y las viviendas estrechas. Hay un aire de nostalgia que se alimenta de la música, como otro rasgo relevante de Kaurismäki que nos ha hecho conocer a viejos rockeros finlandeses con aire de hippies fracasados, y que en Hojas de otoño va desde el trasfondo de viejas melodías, como el Arrabal de Carlos Gardel, hasta la presencia en vivo del dúo pop Maustetytöt (algo así como Chicas Picantes) de las hermanas Anna y Kaisa Karjalainen.

En síntesis, un cine mayor desde una apuesta que suena minimalista, para rescatar esperanzas en estos tiempos neoliberales. PP

Hojas de Otoño. Dirección y guion: Aki Kaurismäki. Elenco: Alma Pöysti, Jussi Vatanen, JanneHyytiäinen, Nuppu Koivu, Sherwan Haji, Matii Onnismaa, Simon Al-Bazoon, Martti Sousalo, el dúo Maustetytöt. Fotografía: Timo Salminen. Casas productoras: Sputnik, Finnish Film Foundation. Duración: 81 min. Finlandia, 2023.

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